El posible aumento al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) en 2026 podría golpear con fuerza a la economía del sureste de País . Si bien el gravamen se aplica desde 2014 a refrescos, bebidas azucaradas y alimentos procesados con el fin de desincentivar su consumo, los efectos han sido contrarios a lo esperado: la recaudación ha aumentado, pero los indicadores de salud pública siguen empeorando.
Hoy, la discusión sobre un nuevo incremento prende las alarmas no solo entre especialistas en economía y salud, sino también en el sector productivo y comercial, que anticipa una ola de consecuencias negativas para miles de familias.
Empleos en riesgo
De acuerdo con estimaciones del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (2024), un aumento de un peso por litro en bebidas azucaradas podría generar una contracción de 5.6% en la producción nacional. Esa caída se traduciría en la pérdida de más de 8 mil empleos directos y alrededor de 100 mil indirectos a nivel nacional.
El impacto se sentiría con mayor fuerza en regiones como el sureste, donde miles de pequeños comercios dependen de la venta de estos productos para subsistir. Tan solo en Yucatán existen más de 24 mil tienditas de barrio, que funcionan como fuente de ingreso principal para decenas de miles de familias.
“Estamos hablando de que cada empleo perdido en una tiendita no es solo un trabajador, sino una familia completa que deja de percibir su sustento”, señaló Enrique Góngora, economista del Instituto Tecnológico de Mérida.
Competencia desigual
Los comerciantes locales subrayan que el aumento al IEPS incrementaría la desigualdad entre las grandes cadenas y las pequeñas tiendas. Mientras que los supermercados y tiendas de conveniencia tienen la capacidad de absorber parte del impacto con promociones y descuentos masivos, las tienditas de la esquina carecen de esa flexibilidad.
“Un tendero vive al día. Si sube el costo del refresco o de las botanas, simplemente lo traslada al consumidor, porque no tiene margen. Eso hace que muchos clientes prefieran ir a cadenas grandes donde hay ofertas”, explicó Alejandra Ramírez, vocera de la Asociación de Microempresarios del Sureste.
Salud y recaudación: una paradoja
Aunque la justificación oficial del IEPS es mejorar la salud de la población al reducir el consumo de ultraprocesados, la evidencia muestra lo contrario. Desde 2014, la recaudación fiscal por este impuesto ha crecido más de 40% en términos reales, pero la prevalencia de diabetes pasó de 9.2% en 2012 a 12.6% en 2023.
En tanto, la obesidad en adultos subió de 32% a 37.1% en el mismo lapso. “El problema es estructural. No basta con encarecer el producto; se necesita una política integral de educación alimentaria y acceso a opciones más saludables”, recalcó la nutrióloga yucateca Paola Castillo.
Un golpe social
Además de la pérdida de empleos y la reducción de ingresos para las familias, expertos advierten que un incremento de esta naturaleza podría empujar a más personas a la pobreza. Proyecciones indican que hasta 84 mil mexicanos podrían caer en esta condición, y 32 mil más en pobreza extrema.
En colonias populares de Mérida, como Emiliano Zapata Sur o Francisco de Montejo, los tenderos ya anticipan un panorama complicado. “Si la gente deja de comprar aquí, no solo perdemos nosotros. También se afecta la convivencia del barrio, porque la tiendita es un punto de encuentro”, expresó don Manuel, quien ha atendido su negocio durante más de 25 años.
El desafío para Yucatán
Con un tejido económico compuesto en gran parte por micro y pequeños comercios, Yucatán enfrenta un reto doble: combatir los crecientes problemas de salud pública relacionados con el consumo de refrescos y botanas, y, al mismo tiempo, evitar que miles de familias queden sin empleo o sin fuente de ingresos.
El debate sobre el IEPS en 2026 abre una discusión mayor: ¿cómo balancear la recaudación fiscal, la salud y la preservación del empleo? La respuesta será clave para el futuro de las tienditas de la esquina y de la economía local en los próximos años.
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