Sociedad y Negocios

24/121 Pueblos mágicos: Cuetzalan.

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De acuerdo a documentos históricos, los primeros asentamientos totonacas establecidos en la zona datan del año 381 y 481 d.c. Su ubicación estratégica y abundancia en recursos naturales hicieron del Totonacapan una zona ambicionada, por lo que fue objeto de múltiples migraciones e invasiones de diversos grupos étnicos a lo largo de su historia, lo que conformó una región pluriétnica y pluricultural.

Referente al nombre de Cuetzalan, algunos autores lo definen como el “lugar donde abundan los quetzales” sin embargo, es importante señalar la diferencia entre cuezali y quetzalli, cuezali se refiere a un pájaro de plumas rojas, mientras que quetzalli a un pájaro de plumas largas y verdes. Cuetzalan proviene de los vocablos en náhuatl: cuezali, que significa “pájaro colorado” y la preposición –tlán- o –lan- que significa “lugar”. Cuetzalan puede definirse como el “lugar donde abundan los pájaros colorados” (Acuña, 1985:315).

En 1552 la población fue sometida al dominio español y evangelizada por la orden franciscana; hacia 1555 ocurrió su fundación colonial con el nombre de San Francisco Cuetzalan, adquiriendo de manera gradual importancia económica y presencia cultural. En 1895 alcanza el rango de municipio autónomo.

En 1986 se le considera ciudad típica y monumental y en 2002 es declarado Pueblo Mágico.

Gastronomia.

El legado gastronómico de esta porción de la serranía poblana es el resultado del intercambio cultural que ha ocurrido desde tiempos mesoamericanos y de la puesta en práctica de procesos novohispanos, modernos y de la actualidad, que han generado la preparación de platillos y bebidas con un marcado acento local como el mole con pollo acompañado de arroz rojo; el pipián ranchero, que se cocina con chiltepín (que es una variedad de chile que se cultiva en aquellos lares), chayote y ajonjolí molido. El chilpozontle, que consiste en un caldo rojo sazonado con carne de cerdo, pollo y res, rodajas de elote tierno, calabacitas, ejotes y bolitas de masa; la cecina ahumada servida con tlayoyos bañados en salsa verde o roja y un guiso de orígenes prehispánicos, los frijoles con xocoyoli, que es una hierba a la que con ceniza se le resta el gusto amargo que le distingue.

A manera de digestivos, no pueden faltar los vinos de frutas, el licor de café en distintas combinaciones y el Yolixpa, la bebida elaborada con hierbas de la localidad, que estimula el consumo debido a su aroma, densidad e intenso color verde.

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